
Un año. Eso es lo que este humilde gabinete lleva abierto desde su reinauguración. Ha transcurrido todo un año lleno de buenos momentos, de personajes inolvidables, de whisky en abundancia, de buenas conversaciones, de reflexiones idiotas, de mujeres atractivas, de terapias absurdas, de resacas imposibles, de aventuras trepidantes, de cine... Ahora toca el momento del recuerdo, de repasar, al menos de mirar atrás y ver todo lo sucedido desde la distancia y replantearse el futuro con optimismo. Y también con cierta hipocresía. Con propósitos que no se cumplirán, pero al menos con una pizca de ilusión, uno se plantea nuevas metas. Quizás no pueda abandonar todo lo que forma parte de mi: el buen whisky, las mujeres bellas, la actualidad del séptimo arte, los cotilleos de Hollywood, el homenaje a los grandes genios, las efemérides cinéfilas más personales, alguna que otra debilidad y ese diván por el que pasan los pacientes. Este pseudodoctor promete seguir fiel a sí mismo, intentando remontar la afluencia de pacientes, que últimamente está algo escasa, además de añadir nuevos ingredientes: anécdotas personales, historias en una sala de cine, crónicas de premieres, memorias de mi pasado... todo aquello que me hace vivir el cine como lo hago, verlo como lo veo, sentirlo como lo siento. Dejando el análisis y la crítica a otros, que lo hacen magníficamente. Alejándome del camino más recorrido, del más fácil, del más agradable, para recorrer la senda de la originalidad (en la medida de lo posible por un etílico), de la sinuosidad de lo distinto. Un camino desconocido que se explora a medida que se avanza, desconociendo que te deparará en el siguiente paso e ignorando cual es el destino final.
Después de un año satisfactorio, sólo cabe ser agradecidos con todos aquellos que por la ventana de este gabinete se han asomado, a esos pocos que se han atrevido a dejar algún comentario, a los habituales que siempre siguen por aquí y, sobre todo, a los más fieles, a los que no hay forma de agradecerles su constancia y reconfortantes palabras. Gracias a la siempre fiel Malditos Tacones (una mujer inigualable), a Lucinda (una ilustradora fascinante), a Alvy Singer (un genio precoz), a apeserdemi (un constante analista), a Red Stovall (un crítico prolífico), a Hombre Lobo (un licántropo cinéfilo), a Zero (un inclasificable revolucionario), a Lallamada (una alma desnuda), a Thalatta (una entrañable bloggera), a Cobre (una chatera felina), a Viola de Lesseps (una culta dama), a missangria (una carnal compañía), a Mr. MacGuffin (una enciclopedia catódica), a Rubin (un belloto cinéfilo), al reverendo (un cinéfilo imprescindible), a Barry Collins (un palomitero cinéfilo), a robgordon (un cinéfilo exquisito), a Alicia Lidell (una mitómana ilustrada), a aloma69 (una peculiar cinéfila), a Joan (un surrealista cercano), a el inadaptado (un acomplejado sano), a Pol (un loco cuerdo), a el Necroscopio (un ramificado sensato), a pequeñoibán! (un cinéfilo descubierto). Y a todos aquellos que miran en silencio y otros tantos que seguro me olvido o que, simplemente, han desaparecido del mapa.
Comienza una nueva etapa, un nuevo episodio. Continua El gabinete, año II.