1 jul 2006
Las reinas del desierto
Los garitos de ambiente suelen tener un clima especial. Obviamente. Pero además son marchosos y, por lo general, en ellos es fácil encontrar diversión. Incluso si a uno no le va el asunto. Anoche descubrí El Silencio, muy de moda entre la comunidad de gays, lesbianas y algún despistado sin definir. El motivo de tan peculiar incursión fue un camarero caribeño. Bisexual para más señas, que me servía copas en otro garito que frecuento y me lo recomendó. No es que me hiciese gracia tal sugerencia, y menos sabiendo mi consagrada heterosexualidad fundamentalista, pero además me invitaba a cuantas copas quisiese si acudía a visitarle. Y uno, que no es pudoroso, ni intolerante se presentó allí en busca de buen whisky.
El local, bien decorado y limpio, consta de dos plantas, la de abajo con la barra y una zona acotada destinada al baile con sus focos multilcolor. La de arriba, algo más oscura y tranquila, invitaba a recostarse en sus cómodos sillones. Me acodé en la barra a observar, mientras jugueteaba con los cubitos de hielo.
Cual fue mi sorpresa cuando entre las féminas que dominaban la pista de baile, descubro a Lolita. Si. Mi particular secretaria, que últimamente tenía poco trabajo en mi gabinete y se tomaba días libres consentidos. Lolita se lo estaba pasando en grande con una amiga. Parecían muy íntimas. Ambas bailaban desenfrenadamente, contorneándose y sin separarse más de lo preciso. Captaban miradas. Muchas curiosas, algunas envidiosas y una, en concreto, excitada: la mía. Se metían mano con tanta sensualidad y tan explícitamente que aquella escena me estaba poniendo de un cachondo impresionante. Y más teniendo en cuenta que recordaba a aquella jovenzuela cabalgado sobre mi sofá.
Siempre tuve fantasías homosexuales no consumadas. En concreto, fantasías con dos lesbianas que me hacían un hueco entre sus cuerpos y me dejaban formar parte del emparedado. Ella me vió. Sonrió y acentuó su danza sexual sobre su amiga. Pasaron a mayores. Se apartaron hacia un rincón de la barra próximo, donde pude observar con mayor detalle. Consciente de que me estaba provocando un calentón de mil demonios, Lolita comenzó a mesarle el cabello, a rozar con sus labios la oreja y dejar que la lengua hiciese el resto. Besar, lamer y fagocitar sibilinamente a su pareja. Sin dejar de mirarme. Sin dejar de mirarla. Mi amigo el camarero me llenó la copa y me hizo un guiño.
Aquello fue a más y tuve que romper la situación o iba a acabar arrancádoles el vestido y montando un número. Fui al baño a refrescarme y a mi regreso ya no estaban. Algo de alivio sentí. El caribeño, con cara de satisfacción, me puso algunas copas más.
A mi regreso, tras esquivar sigilosamente la mirilla de la puerta de mi casera (siempre está con el ojo pegado), abro la puerta del gabinete y... ¡sorpresa!
Me encuentro con un grupo de personajes de lo más hetereogéneo: Bernadette Bassenger (Terence Stamp en The Adventures of Priscilla, Queen of the Desert), Jack Twist (Jake Gyllenhaal en Brokeback Mountain), Johnny (Daniel Day-Lewis en
My Beautiful Laundrette), Brandon Teena (Hilary Swank en Boys Don't Cry) y Betty Elms (Naomi Watts en Mulholland Drive). Mi cara perpleja se quedó congelada unos minutos hasta que pude reaccionar. No me lo esperaba. ¿De qué se trata, de una fiesta sorpresa o algo así? Fuese lo que fuese algo tenían en común y estaban compinchados.
Bernadette tomó la palabra:
-Verá doctor. En primer lugar disculpenos por esta intromisión en toda regla. Nos invitó a entrar una conocida suya, Lolita dijo que se llamaba, y se nos presentó como su secretaria. Tan sólo queríamos hacerle una proposición...
-Les aclaro que yo soy una reina del desierto, que soy hetero y practicante.
-...no se preocupe que no va por ahí el asunto, aunque yo me daba un revolcón con usted en el diván -Johnny sonrió y Jack le imitó-. Se trata de que queremos reivindicar nuestro lugar, nuestras diferencias y que sean siempre respetadas y toleradas. Este año, gracias a Jack y su película, los homosexuales han tomado partida importante en el cine y queremos que esto siga siendo así. Y siempre con ese respeto y normalidad que merecemos...
Bernadette se estaba poniendo muy seria, aunque resulta difícil comprenderla con sus rasgos tan masculinamente marcados y ataviado como una verdadera drag queen. Pero la escucho con atención:
-...sabemos que por aquí pasa lo más granado del cine actual y por eso le hemos elegido como nuestro abanderado. Para que haga cundir el ejemplo y lo difunda entre sus pacientes. A usted le escucharán y tendrán en cuenta su opinión, dada su posición como psiquiatra.
-Bueno eso no lo tienen que dudar un momento. Han dado con la persona idónea. Aunque no cumplo con un detalle importante.
-¿Cuál?
-Que no soy homosexual. Pero quizás este aspecto tenga más mérito. Eso está hecho. Cuenten conmigo. En estos días vosotros sois los verdaderos protagonistas. ¿Nos ponemos unas copas y lo celebramos?
Johnny sirvió el whisky y pronto Brandon puso música para sacar a bailar a Betty. Jack hizo un gesto de brindis y después todos mojamos los gaznates. Esta madrugada mi casera tendrá que ponerse tapones en los oidos. El amanecer se prevee multicolor, como el cromatismo del arco iris.
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Terapias
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7 comentarios:
póngame a mi también una copa, que me uno a la fiesta, si puede ser...
Un artículo hecho como sólo alguien con mucho conocimiento sobre cine, y una sensibilidad particular (y una buena forma de relatar) podría hacerlo. Felicidades Doctor.
Me quedo con la impresionante actuación de Swank en "Boys don´t cry". Uno de los óscar mejor recibidos.
Yo con las dos lobatas de "Mullholand Drive", de esas películas que cuando las ves por primera vez dices: no entiendo nada, pero de alguna forma SÉ que es buena.
Me apunto también a la fiesta :)
Aunque me declaro también heterosexual, ante todo soy humano, y me gusta la belleza y el arte. Me parece magnífico, -y que por favor los mal interesados no agrien el gesto- que las personas extiendan, difundan y publiquen el arte, sea como sea, y provenga de donde provenga en vez de denostarlo, porque la belleza sólo es juzgada por la mente (algunas veces retorcida)que la percibe. Respetemos y afrezcamos nuestro sincero reconocimiento sin juzgar, ni tachar, sin perjuicio, ni mácula a a aquellos que se esfuerzan por hacer arte. A los retorcidos, a los envidiosos, a los incapaces de apreciar la belleza, que sean desterrados a la oscuridad de su ignorancia.
Magnífico trabajo, a la par que excitante, Dr.
Educativa y didáctica historia la suya.
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