2 may 2006

Manolete



No sé porqué extraña razón el destino quiso premiarme. No sé si me había portado bien y me lo merecía o simplemente una conjugación de los astros me benefició de su influjo. Más bien lo segundo. Pero el caso es que cuando me disponía a darme una ducha fría, tras una larga noche de bar en bar y de copa en copa, ella entró y me sorprendió desnudo. Era la hija de mi casera, esa joven prieta y seductora que me miraba lascivamente cada vez que nos cruzábamos. Era muy joven, quizás demasiado como para seguirle el juego. Pero no me iba a permitir dejar pasar la ocasión. No suelen producirse encuentros inesperados de este calibre y uno disponer de semejante calentón.
Abrió la puerta con una copia de las llaves y se coló sigilosa en busca de guerra. Yo, desnudo y algo mareado, no tenía que sentirme ruborizado, pero algo me hizo taparme con el vaso de whisky. Ella no mostró ni el menor atisbo de pudor, no dejaba de sonreirme. Era parca en palabras. Pero rica en miradas. La invité a pasar, algo que ya había hecho por sí sóla, pero aún así me sentía en la obligación (es la hija de tu casera Strangelove, sé correcto). Dejé tan sólo una tenue luz y busqué algo de ropa con que taparme. De repente, como un latigazo espeluznate, sus suaves manos me acariciaron suavemente la espalda. Me quedé helado. Me puse más tenso que la cuerda de una guitarra y me giré espacio para comprobar que no era de las chicas que se dejaran llevar. Sino de las que les gusta tomar la iniciativa, agarrar el timón y dirigir la nave a su entero antojo. Me empezó a lamer por parcelas, arrancó en el costado y siguió por el pecho, sus manos se movían con libertad y desorden. Su lengua ardiente me dejaba húmeda la piel y saltaba a otro lugar. Un cierto hormigueo comenzaba a despertarme el pajarito. De repente se detuvo. Me agarró de la muñeca y me llevó hasta el sofá, allí se fue desnudando sin dejarme que la ayudase. Se quitó la blusa y descubrió dos pechos firmes y puntiagudos. Se bajó la falda y en un abrir y cerrar de ojos estaba sin bragas. Allí, desnuda, mirándome con la boca medio abierta pidiéndome que la tomara. No sé si por lo hinóspita de la situación o por algo de reparo, me quedé frenado. Dudada. Ella era muy joven, todavía adolescente. No está bien. Es la hija de tu casera, a la que te encontrás y te escrutará si sospecha algo. No está bien. Seguro que si le gusta volverá. No está bien.
Un dilema en un momento que no es para hondas reflexiones. Mi angelito se apoyó en mi hombro izquierdo y me decía: vístete y díle que se marche. Mi diablito se apoyó en mi hombro derecho y me decía: tómala ya idiota, no ves que está a huevo. Los mandé a tomar por culo, no podía soportar estúpidas diatribas frente una mujer abierta de piernas. La duda mata y ella está ahí esperando, ardiente, entregada, ansiosa de saciarse de Strangelove.
Ella decidió por mí. Me agarró y a los pocos segundos estaba cabalgado como una amazona experta, con energía, sin parar, en silencio. Sudar, crujir, botar, lamer, jadear, bombear... Por favor destino dále al pause, déjame este eterno minuto de gloria y ralentiza hasta lo imposible. Me dejó destrozado, su juventud pudo conmigo. Aún estaba allí tirado intentando recuperar el aliento cuando ella, en silencio, se incorporó, se volvió a colocar la ropa y me dejó una mirada cómplice que dejaba abierto un futuro incierto y desconcertante. Si me hubiera podido mover me hubiese lanzado sobre ella de nuevo y le hubiera demostrado mi casta torera. Pero estaba herido de placer.

Sin reponerme aún tenía que perder el temblique de piernas y mostrar un mejor aspecto puesto que un nuevo paciente estaba a punto de hacer su aparición: Manolete.

Tras los prolegómenos habituales fui al grano, puesto que no me quedaban fuerzas para una sesión prolongada.
-¿En qué le puedo ayudar?
-Mire doctor, estoy en pleno rodaje de la película y me cuesta muchísimo centrarme en cada secuencia. Ella me tiene aturdido. Mi parteneur, joven, morena y tremendamente bella me atrapó desde el comienzo. Sucumbo ante su presencia y pierdo la concentración, los diálogos se me atascan y cuando estamos cerca sólo quiero agarrarla y besarla. No puedo evitarlo. Me tiene embelesado. Para colmo ella es mi pareja, desmedida, pasional, racial... Estoy bien jodido doctor. No sé cómo salir del atolladero que me encontrado.
-Mire Manolete, es usted un torero de casta, que se pone delante de un astado de media tonelada y sin miedo se enfrenta a él con un trapo a modo de capote, sin otra arma que el arte del toreo, llevándolo por dónde quiere, por dónde usted le marca. Eso es una magia especial que domina a la perfección. Y ahora me viene con que una mujer, por muy bella que ésta sea, le deja descolocado y no es capaz de lidiar ni tan siquiera un sutil pase taurino. Es cierto que puede ser más difícil pero un verdadero torero debería saber salir del lance. Lo único que le puedo decir es que saque su casta, apriete los dientes y siga el rodaje. Piense en un toro cuando la tenga cerca, intente imaginarse en un ruedo y usted tiene que dominar la situación, controlar cada movimiento. Su clase torera debe imponerse.
-Doctor, no es nada fácil, uno es consciente pero aún así no logra conseguirlo.
-Ya lo sé (qué me va a contar). Inténtelo de todas formas. Tómese tiempo y confíe en su profesionalidad. Y si las cosas se complican, pues tendrá que coger el toro por los cuernos. Se cuela en el camerino y allí le demuestra que debajo del traje de luces tiene hechuras de maestro y se la beneficia. Seguro que no se resiste. Un torero siempre tiene algo especial que gusta a todas.
-Gracias doctor. Me hace serntirme algo más aliviado. Lo intentaré.
-Ánimo maestro. Aún le queda rematar la faena.

El diestro abandona el gabinete medio convencido pero con paso firme y destilando cierta gallardía. Sólo la casta torera le salvará. Justo la que me faltó a mí antes. Seguro que habrá más oportunidades. Voy a buscar el capote y me pongo a practicar.

14 comentarios:

El Miope Muñoz dijo...

Este inspiradísimo post Doctor me recuerda algo que nunca he olvidado: La película sobre el autor de "A sangre fría"; la titularon " Truman Capote" (con el nombre) por no pensar que era un film de toros o el susodicho biopic de Manolete.

Aunque yo a Philip Seymour Hoffman nunca lo he visto tan bravo al estilo taurino y eso que es un actor que vale para todo.

¡Un saludo!

Unknown dijo...

Seguro que se ha dado cuenta, doctor, de que Adrien Brody se parece muchísimo a Manolete, más que Rosario en "Hable con ella" (esa comparación es de Almodóvar, no mía).
Y cuídese de las femme fatalle, ya sabe cómo suele terminar la historia... ;)

Anónimo dijo...

Finalmente sucedió lo que algunos deseaban, un poco de sexo al Dr. y mas aún de la joven hija de la casera... cuidado Dr. las jovenes de hoy en día estan muy preparadas y pueden matar a uno.

Mar dijo...

bufff, me he quedado sin fuerzas después de la lectura... ¡así me gusta lidiar y estocada sin matar al toro!
Besos, doctor...

Mar dijo...

se me olvidaba... ¡qué manos las de este hombre(Brody)!

Marisa Sonrisa dijo...

Doctor, me ha dejado usted algo alterada, creo que me voy a hacer yoga...ufff

MalditosTacones dijo...

Sólo un torero como usted y un toro de la casta de la hija de su casera podrían recrear una escena tan sexualmente maravillosa...
Si al nuevo Manolete se le hace un mundo torearse a su compañera, ya me hubiera gustado a mí, verle tapando su sexo con un tubo de whisky vacío ante una hembra del calibre que describe...
Eso es arte, me quito el sombrero...

Un beso lascivo...

Viola de Lesseps dijo...

¿Qué tendrá usted Doctor que tanto enloquece? Y este Manolete reencarnado, que no necesita maquillaje ni caracterización a ver como lidia con Pe...

Saludos de su dama inglesa.

montaman dijo...

Este tipo de envites sólo puede resolverse de esa manera doctor. Trazando líneas rectas y dejándose de curvas imposibles. Buena faena.

la liga antitaurina

missangria dijo...

Dr: Un post sublime, sobran las palabras...

A veces una mujer, ya sea hija de la casera o compañera de reparto puede ser más peligrosa que el más fiero de los toros..

Saludos.

Bill Frank dijo...

I just finished Barnaby Conrad's book, "The Death of Manolete." It is uncanny how much Adrien Brody resembles Manolete—except for the scar on Manolete's left cheek from a previous bullfight wound. The book has fantastic pictures of Manolete and his final fight. It tells the story of the rivalry between Manolete (at that point on the downhill side of his career) and the arrogant newcomer, Dominguin. It will be interesting to see how the movie portrays Manolete's girlfriend's desire for him to continue to fight while he wanted to quit. It will also be interesting to see how Adrien Brody depicts Manolete's famous coup de grace over the bull's horns and front shoulders. The move ultimately led to his death. Check out the book, "The Death of Manolete" by Barnaby Conrad published by Pippin Publishing, www.pippinpublishing.com.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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