
Tal día como hoy, pero de 1989, Sergio Leone falleció a sus sesenta años viendo "!Quiero vivir!" (I want to live!, de Robert Wise, 1958). En el momento cumbre de su carrera, tras finalizar su proyecto más ambicioso y prolongado, dejándonos como legado y resumen de su inmenso talento cinematográfico en "Érase una vez en América" ("Once upon a time in America") y preparando el que sería su siguiente proyecto sobre el asedio a Leningrado.

Sobre Leone hay mucha literatura, su obra ha dado y lo sigue haciendo mucho que hablar. Y en resumidas cuentas se puede apreciar una constante divergencia entre sus estudiosos. Muchos lo encumbran como un autor fabuloso, creador de un nuevo tipo de cine y otros los denostan como simple cineasta tosco y demasiado referencial. Pero, lo cierto es que a este romano universal fue poseedor de un innegable talento cinematográfico. Curtido de la misma sabia del cine, absorbido desde el seno familiar hasta desempeñar múltiples funciones dentro de muchísimos rodajes. Supo asumir todo aquel cine que le rodeaba, básicamente los peplums hollywoodienses en Cinecittá, grandes superproducciones que necesitaban contar con un gran equipo técnico. Unido a su gran admiración, casi enamoramiento, hacia América, hacia los Estados Unidos, se conjugó para conformar a un cineasta, que sería llamado a revolucionar el género más americano que ha dado el cine. Es más, se considera el único género nacido directamente del cine. Y Sergio Leone, admirador de los clásicos (como John Ford) supo darle una nueva vida y nuevo giro inesperado que lo relanzó, allá por los años 60.
Su valor es de la renovación de un género, la reinvención total para conformar un nuevo escalón dentro del cine. Con su "trilogía del dólar" convirtió al spaghetti-western en algo más que un subgénero. Añadió a su visión personal, su impronta personal y con unos resultados artísticos notables logró llegar a un numeroso público y convertirse en posterior influencia de muchos cineastas. Comenzó con "Por un puñado de dólares" ("Per un pugno di dollari") una nueva forma de entender el western, rompiendo los esquemas anteriormente establecidos y mostrando una visión moderna y apocalíptica de ese universo, poblado por tipos duros, ambiciosos, egoístas, corruptos y siempre con héroes solitarios. Precisamente este héroe solitario fue encarnado a la perfección por, el entonces desconocido, Clint Eastwood, que pasó al estrellato, a la vez que Leone pasó a formar parte de los realizadores de culto, y de paso a Ennio Morricone (inseparable en todas sus bandas sonoras), en uno de los más importantes compositores.

Quizás la clave de su aportación, fuese el desconocimiento del código que regía al western, sumado al hecho de no ser americano y quizás su falta de perjuicio a la hora de rodar, introduciendo renovadas técnicas, propias de la posmodernidad. Resulta muy difícil quedarse con alguna de sus obras, es más llevadero recordar siempre un compendio de grandes momentos, inolvidables para muchos, de sus películas más importantes. Pero quizás "Hasta que llegó su hora" ("C'era una volta il West") sea considerada como una obra magna, cúspide del género y buena muestra del talento que atesoró Leone.
Cabe hoy el recuerdo para este gran genio del cine y padre indiscutible del spaguetti-western.
