
Debo estar viviendo la semana del atracador (y del secuestrador por lo de la perrita de mi tendera). Ayer acudí a un casino, Gran Casino como le han bautizado, porque acaban de inaugurarlo. Más concretamente, anoche fue una especie de inauguración-ensayo con invitados, gente curiosa y algún que otro aguililla (como yo) que se coló de soslayo ante el desconcierto de la apertura. El juego no es un vicio que tenga muy definido, ni siquiera tengo idea de jugar al Black Jack, al Póquer o la Ruleta, pero en esos ambientes se suelen encontrar señoras adineradas con un gran sentido de correrse una buena juerga o despistadas que se dejan llevar por la emoción, en el amplio sentido del término. Esta fue la razón que me empujaba a colarme en el mencionado casino. Bueno eso y que, con un poco de suerte, al ser de los primeros me invitarían a alguna copa. Todo reluciente, nuevo, enmoquetado y brillante. Los crupiers debidamente uniformados al igual que los camareros. Una sonrisa me labró el camino con el barman de turno que me sirvió un magnífico malta de reserva a cambio de un despiste entre los primeros clientes. Merodeando no encontré la fauna que esperaba, más bien elegantes señores, algunos currantes y pocas hembras a las que arrimarse. No parecía el día idóneo pero me dejé llevar. Me aproximé a la ruleta, que siempre me ha fascinado por el sonido de la bola saltando y buscando el número agraciado. Estaba bastante ambientado, unos parecían que solían jugar a menudo y las rondas se sucedían con frenesí. Las fichas de colores que manejaban los jugadores corrían de un lado a otro. De repente un grito lejano cautivó las miradas de algunos. Aproveché para coger cuantas fichas me cupieron en los bolsillos y cambié de juego tan rápido como un rayo. Mientras, un velocista intentaba batir el récord de los cien metros en medio del casino, arrastrando una bolsa, en buscando de su meta: la salida. Los de seguridad (abundantes) lo detuvieron sin problemas en la entrada y lo inmovilizaron. Empezaron a aparecer más personajes. Deduje que más miembros de la seguridad del casino de incógnito que estaban al acecho. Se armó un pequeño revuelo enseguida disuelto. Una potente voz del que parecía el jefe (pinganillo en la oreja y traje oscuro incluido) aclaró que se trataba de un simulacro y que cualquier intento de robar o atracar el casino sería misión imposible, debido al enorme sistema de seguridad: cámaras, agentes, alarmas,... bla, bla, bla. Algunos ilusos incluso aplaudieron. Me escabullé como un curioso más y logré alcanzar la puerta de salida. Pero en el hall estaban más miembros de seguridad que me escrutaron implacablemente. Me hice el despistado y pregunté por el water-close que, amablemente me indicaron. No parecía fácil salir tan pronto con los bolsillos llenos, así que en el baño examiné las fichas para seleccionar las más valisosas. ¿Cómo puedo ser tan idiota? Eran de mentira. Por un lado una cantidad y por el reverso una publicidad del casino anunciaba: Estas fichas son una reproducción de las que serán puestas en funcionamiento próximamente. Las tiré por el váter y salí resoplando. Me dejaron marcharme después de pasar el correspondiente control de seguridad. Ni siquiera Danny Ocean sería capaz de dar un golpe certero en este casino. Pero seguro que si lo intenta lo consigue.
Hablando de Roma, resulta que me llamó esta mañana para concertar una cita hoy mismo. Veremos qué me cuenta.
Suena el timbre.
-Adelante señor Ocean.
-Gracias doctor.
Siempre elegante, sonriente y con esa mirada socarrona capaz de engañar hasta su sombra.
-No se lo va a creer, pero anoche pensé en usted.
-Qué casualidad, acaso atracó un banco o un casino y no le cogieron.
-No exactamente. Sólo hice unas comprobaciones en la seguridad de un nuevo casino. Aún están de pruebas, pronto inaugurarán. Pero supongo que no le interesa, usted tiene retos más difíciles.
-La verdad es que ahora tengo uno nuevo por delante. El éxito de mi banda y nuestros golpes ha provocado que tengamos una nueva oportunidad de demostrar que somos los mejores.
-Ya.
Parece un poco arrogante pero sin caer estúpido.
-Cuénteme señor Ocean. ¿En qué le puedo ayudar?
-Precisamente este nuevo proyecto que se plantea me supone una cierta inquietud. Ya hemos logrado atracar tres de los mejores casinos de Las Vegas con 160 millones de por medio, robar el famoso huevo Faberge, a pesar de un gran rival y, ahora, se nos plantea una nueva vuelta de tuerca. Rusty, Linus y los demás están de acuerdo, así que no nos queda otra. Mi desconcierto se cierne sobre si lograremos alcanzar de nuevo nuestro objetivo y sin que nos pillen.
-Mire señor Ocean, han demostrado que son los mejores, son un grupo único e irrepetible, que a pesar de las dificultades no dudo que lograran lo que se propongan.
-Eso ya lo sé doctor, pero tengo dudas. Mi instinto me dice que hay algo que no va a encajar. De momento se incorpora uno más. En concreto, una más. Algo que parecía evidente, pero hay algo que no sé explicar y me tiene desconcertado.
-Pues hasta que no lo averigue no le puedo ayudar. Además, creo que aún es pronto. Hasta el verano no empieza el rodaje y hasta el próximo del 2007 no se estrenará. Mantenga la tranquilidad y olvídese. Cuando pase un tiempo si sigue con ese algo indefinido que lo perturba, venga de nuevo y concretaremos con mayor exactitud.
-¿Me hipnotizará doctor? Me han dicho que así se consigue saber lo que piensa mi subconsciente.
-Ya veremos señor Ocean. Ya veremos. Marche tranquilo.
-Gracias doctor. Seguiré su consejo. Aunque tengo también el presentimiento de que volveré.
-Hasta la vista, entonces.
Se marchó con el mismo aire arrogante y seductor con el que apareció.
Espero que se aclare un poco y así me pueda ayudar a sacar unas cuantas fichas del maldito casino. Tendré que volver a intentarlo, buscaré los planos, reclutaré a un puñado de expertos,...
Aunque a mí me gusta trabajar en solitario y eso dificulta la labor. Unas cuantas copas y trazaré el plan.