28 dic 2005

El regreso del gabinete del Dr. Strangelove



Después de una crisis tan honda como la que me embarga no me queda otra opción que anunciarme, como si fuera una prostituta, para conseguir no clientes sino pacientes. Durante un tiempo tuve un prestigio que me permitió alcanzar un nivel de vida propio de mi intelecto, pero todo se fue al garete y ahora apenas sobrevivo. Despedí a mi secretaria y yo mismo me ocupo de todo. En este pequeño antro, mi gabinete de siempre, atendí a muchos pacientes que seguro no se olvidan de mi ayuda. La Pantera Rosa se quedó en paro y no podía superar una depresión hasta que acudió a mí. Con un poco de terapia y mucho whisky se solucionó. También actores, ahora en la cresta como John Travolta acudieron aquí en mi época dorada. Travolta estaba desahuciado, sin trabajo y olvidado. Con un poco de terapia y buenos contactos (Tarantino estaba bajo tratamiento) recuperó su despistada carrera cinematográfica. En definitiva, no quiero vivir de recuerdos y morirme cirrótico o lanzándome desde la azotea. Por eso ahora he decidido retomar el rumbo de mi gabinete y pongo este anuncio para ayudar a nuevos pacientes. Cualquiera que sea su dolencia, su frustración o su problema, tendrá su sanación asegurada. No soy un vulgar curandero, sólo una mente preparada para escuchar y dar los más sabios consejos para sobrevivir en la ficción. Mi pasado me avala. Tengo referencias.
Alguien llama a mi puerta. ¡Vaya, pues sí que es efectivo esto de Internet!
–Adelante.
–Buenos días doctor.
–Pase por favor y póngase cómodo.
El fulano lleva puesta una sábana y sandalias, parece un romano.
–Cuénteme. Le digo con mi tono de voz más grave y cautivadora.
–Soy Julio César. Y en Roma, la serie de televisión, soy uno más. Yo soy el verdadero protagonista, pero los directores y sobre todo los guionistas me dejan de lado. Parezco un secundario.Yo, Julio César, que desciendo de patricios respetados, me siento repudiado. Sólo quiero el bien para Roma.
–Vamos a ver. Esa serie es anglo-americana y no entiende verdaderamente el el sentir de un hombre de raza latina, un auténtico romano de pura cepa. No debería molestarse.
Intento calmarlo y traérmelo a mi terreno.
–Tómese una copa, por favor. El alcohol ayuda a calmar la mente cuando no se puede pensar. No debe preocuparse, además, en esa serie debería ser el auténtico malo, el personaje odiado que domina a los demás. Pero, como bien sabe, todos son malos, todos son egoístas, perversos, interesados y sucios de alma. No existe un personaje que se salve de la empatía del telespectador. Así que su papel es el más interesante con mucho. Quién sino puede mantener la trama interesante. Los guionistas son unos estúpidos que manejan a su antojo a los personajes, pero siempre quieren imponer sus ideas frente al pragmatismo de los productores. Así que no se preocupe.
–Visto así, tiene su parte de razón –expresa César, algo más relajado.
–Claro, hombre. Anímese, seguro que en los siguientes capítulos tendrá el protagonismo que se merece. Además, cada vez van quedando menos. Las venganzas y la sangre van poniendo a cada uno en su sitio (uff!).
Espero que no se de cuenta de que su destino está marcado. Pobrecito. Un gran hombre con un final tan trágico.
–Marche tranquilo y piense en esto: todos los caminos llegan a Roma.
–Gracias doctor.
Julio César cerró la puerta confiado en mis palabras, no convencido del todo pero sí reconfortado. Eso es suficiente para que continúe en la serie y acabe los capítulos restantes.

Bien. Parece que estoy retomando mi labor terapéutica. Tengo esperanza. Necesito otro whisky.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hiciste un buen trabajo con Travolta. A mí en BASIC me gustó

Pero yo soy aburrida por naturaleza. Después de los primeros días la música siempre es la misma

De todas formas muchas gracias por tus gratos comentarios

Un beso :)

Anónimo dijo...

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